dissabte, 23 de febrer del 2013

El caso de Juan 2.

Juan tiene un año y medio de edad, y es su primer año de escuela infantil. Ana es su maestra y el resto de niños/as de la clase, que tienen la misma edad que Juan, han empezado a dar sus primeros pasos y algunos tienen una considerable autonomía, él apenas se pone de pie, ni siquiera ayudándose con un objeto o con tu ayuda. Ella está preocupada. ¿Crees que debería preocuparse? ¿Como actuarías?
El empezar a caminar es una de las etapas más importantes en la vida de un niño, ya que con ello va consiguiendo su propia autonomía. Esta autonomía se consigue sobre los 12 o los 18 meses, que por lo general, es la edad a la que los niños empiezan a caminar. Aunque también hay que decir que cada niño tiene un ritmo diferente a la hora de desarrollarse, por lo tanto unos podrían empezar a dar sus primeros pasos a esta edad y otros antes o después de la edad indicada.
Juan tiene un año y medio y al contrario que sus compañeros, él todavía no ha empezado a caminar ni siquiera ayudándose con objetos o con la ayuda de alguien. Yo si fuese Ana me empezaría a preocupar pero no en exceso, ya que como he dicho antes, cada niño tiene un ritmo a la hora de desarrollar sus capacidades motoras y Juan podría tardar más que sus compañeros. Por el momento, intentaría estimularlo de una forma diferente en clase para ver si reacciona y hablaría con los padres de Juan para que en casa lo estimularan de la misma forma. En ningún momento se le debe reprochar ni reñir al niño por no andar todavía, ya que esto podría provocar un rechazo por parte de Juan y podría retrasar el momento de empezar a caminar. Este retraso en dar sus primeros pasos podría ser debido a que el niño no ha recibido la estimulación necesaria para hacerlo, porque se ha acostumbrado a ir en brazos y le resulta mucho más cómodo o porque al intentar caminar antes se ha caído y le ha cogido miedo, entre otras cosas.
 
En conclusión, considero que por el momento Ana no debería preocuparse demasiado, ya que en cierta medida, es normal que cada niño se desarrolle a un ritmo diferente, pero si pasa el tiempo y con la estimulación que recibe Juan en casa y en el colegio no es suficiente y sigue sin mostrar la intención de caminar, debería hablar otra vez con los padres del niño y proponerles que lo lleven a un especialista para descartar cualquier tipo de problema psicomotriz.

diumenge, 17 de febrer del 2013

El caso de Juan.

Juan tiene un año y medio de edad, y es su primer año de escuela infantil. Ana es su maestra y el resto de niños/as de la clase, que tienen la misma edad que Juan, han empezado a dar sus primeros pasos y algunos tienen una considerable autonomía, él apenas se pone de pie, ni siquiera ayudándose con un objeto o con tu ayuda. Ella está preocupada. ¿Crees que debería preocuparse? ¿Como actuarías?

El empezar a caminar es una de las etapas más importantes en la vida de un niño, ya que con ello va consiguiendo su propia autonomía. Esta autonomía se consigue sobre los 12 o los 18 meses, que por lo general, es la edad a la que los niños empiezan a caminar. Aunque también hay que decir que cada niño tiene un ritmo diferente a la hora de desarrollarse, por lo tanto unos podrían empezar a dar sus primeros pasos a esta edad y otros antes o después de la edad indicada.

Juan tiene un año y medio y al contrario que sus compañeros, él todavía no ha empezado a caminar ni siquiera ayudándose con objetos o con la ayuda de alguien. Yo si fuese Ana me empezaría a preocupar pero no en exceso, ya que como he dicho antes, cada niño tiene un ritmo a la hora de desarrollar sus capacidades motoras y Juan podría tardar más que sus compañeros. Por el momento, intentaría estimularlo de una forma diferente en clase para ver si reacciona y hablaría con los padres de Juan para que en casa lo estimularan de la misma forma. En ningún momento se le debe reprochar ni reñir al niño por no andar todavía, ya que esto podría provocar un rechazo por parte de Juan y podría retrasar el momento de empezar a caminar. Este retraso en dar sus primeros pasos podría ser debido a que el niño no ha recibido la estimulación necesaria para hacerlo, porque se ha acostumbrado a ir en brazos y le resulta mucho más cómodo o porque al intentar caminar antes se ha caído y le ha cogido miedo, entre otras cosas.
En conclusión, considero que por el momento Ana no debería preocuparse demasiado, ya que en cierta medida, es normal que cada niño se desarrolle a un ritmo diferente, pero si pasa el tiempo y con la estimulación que recibe Juan en casa y en el colegio no es suficiente y sigue sin mostrar la intención de caminar, debería hablar otra vez con los padres del niño y proponerles que lo lleven a un especialista para descartar cualquier tipo de problema psicomotriz.

dimarts, 29 de gener del 2013

El caso de Elena 2.

 Elena es una niña de 15 meses que no ha comenzado todavía a decir ni una palabra en comparación de sus otros compañeros, lo que preocupa bastante a Miguel, su educador.

Miguel ha comentado el problema que tiene Elena con los demás compañeros de trabajo, y han barajado la posibilidad de que se deba a un déficit auditivo porque tampoco consigue atraer su atención y tiene dificultades para comportarse y controlarse de acuerdo con las normas. Esta decisión me parece correcta, ya que antes de reunirse con los padres de la niña y ponerlos en alerta, el educador ha de tener más o menos una idea de lo que le puede ocurrir a Elena.

En la reunión, los padres de la niña le comentan a Miguel que pasan muy poco tiempo con ella debido al trabajo, que sólo la ven por la noche y que durante el día Elena está con su abuela de 80 años. De todas formas, el educador les dice que lo antes posible lleven a la niña al médico para comprobar si las sospechas que tiene son ciertas. Si yo fuese Miguel, podría llegar a pensar que el problema que presenta Elena podría estar relacionado con el poco tiempo que pasa con sus padres; la niña posiblemente quiera llamar la atención de éstos de alguna forma, por lo tanto, habría que cerciorarse si realmente Elena tiene un problema de déficit auditivo o simplemente es por falta de atención por parte de sus padres.
 Mientras se confirma si la niña padece este problema, Miguel sí que debería cambiar a la niña de sitio para ver si mejora su atención, ya que el estar más cerca del profesor facilita la audición porque las interferencias son menores. De ninguna manera tendría que castigarle porque lo único que conseguiría con eso, es que Elena prestase menos atención de la que presta. Y, si finalmente se comprueba que la niña padece un déficit auditivo, el retraso en su lenguaje sería la principal causa, por lo que Miguel tendría que dedicarle más tiempo a Elena para que poco a poco fuese adquiriendo vocabulario y tendría que adoptar medidas para facilitar la estancia de la niña en el aula, como por ejemplo colocar a Elena en un lugar en el que tenga contacto visual directo con sus compañeros y compañeras.

En conclusión, pienso que Miguel ha actuado de una forma correcta al comentar a los padres de Elena el problema que tiene la niña y al decirles que la  lleven al médico antes de tratarla directamente como una niña con déficit auditivo. Como he dicho anteriormente, creo que no debería castigar a la niña pero tampoco premiarla, ya que si se le premia, probablemente siga con la misma conducta que hasta ahora. Si el médico detecta que la niña tiene dicho problema, Miguel deberá hacer todo lo posible para que Elena se adapte al aula y a sus compañeros lo más pronto posible.



dijous, 24 de gener del 2013

El caso de Elena.


 Elena es una niña de 15 meses que no ha comenzado todavía a decir ni una palabra en comparación de sus otros compañeros, lo que preocupa bastante a Miguel, su educador.

Miguel ha comentado el problema que tiene Elena con los demás compañeros de trabajo, y han barajado la posibilidad de que se deba a un déficit auditivo porque tampoco consigue atraer su atención y tiene dificultades para comportarse y controlarse de acuerdo con las normas. Esta decisión me parece correcta, ya que antes de reunirse con los padres de la niña y ponerlos en alerta, el educador ha de tener más o menos una idea de lo que le puede ocurrir a Elena.

En la reunión, los padres de la niña le comentan a Miguel que pasan muy poco tiempo con ella debido al trabajo, que sólo la ven por la noche y que durante el día Elena está con su abuela de 80 años. De todas formas, el educador les dice que lo antes posible lleven a la niña al médico para comprobar si las sospechas que tiene son ciertas. Si yo fuese Miguel, podría llegar a pensar que el problema que presenta Elena podría estar relacionado con el poco tiempo que pasa con sus padres; la niña posiblemente quiera llamar la atención de éstos de alguna forma, por lo tanto, habría que cerciorarse si realmente Elena tiene un problema de déficit auditivo o simplemente es por falta de atención por parte de sus padres.
 Mientras se confirma si la niña padece este problema, Miguel sí que debería cambiar a la niña de sitio para ver si mejora su atención, ya que el estar más cerca del profesor facilita la audición porque las interferencias son menores. De ninguna manera tendría que castigarle porque lo único que conseguiría con eso, es que Elena prestase menos atención de la que presta. Y, si finalmente se comprueba que la niña padece un déficit auditivo, el retraso en su lenguaje sería la principal causa, por lo que Miguel tendría que dedicarle más tiempo a Elena para que poco a poco fuese adquiriendo vocabulario y tendría que adoptar medidas para facilitar la estancia de la niña en el aula, como por ejemplo colocar a Elena en un lugar en el que tenga contacto visual directo con sus compañeros y compañeras.

En conclusión, pienso que Miguel ha actuado de una forma correcta al comentar a los padres de Elena el problema que tiene la niña y al decirles que la  lleven al médico antes de tratarla directamente como una niña con déficit auditivo. Como he dicho anteriormente, creo que no debería castigar a la niña pero tampoco premiarla, ya que si se le premia, probablemente siga con la misma conducta que hasta ahora. Si el médico detecta que la niña tiene dicho problema, Miguel deberá hacer todo lo posible para que Elena se adapte al aula y a sus compañeros lo más pronto posible.



dijous, 6 de desembre del 2012

La sesión de psicomotricidad 2.

La práctica psicomotriz aucouturier apunta al desarrollo psíquico del niño por la via corporal, hace referencia a una concepción unitaria de la persona. Esta práctica es una invitación a comprender lo que expresa el niño/a de su mundo interno por la via motriz; es una invitación a dar sentido a sus acciones e interacciones.
    
  En psicomotricidad se trabajan de una forma ajustada a las capacidades del niño las posibilidades de coordinación de su cuerpo: saltar, caer, equilibrios-desequilibrios, correr, trepar, girar, etc., con la intención de mejorar sus capacidades motrices y su autoestima.
    
  La psicomotricidad se articula a través del juego libre y mientras jugamos, con el movimiento y las emociones de placer-displacer que se viven en el espacio o en la relación con los otros niños, consigo mismo o con el adulto, surgen en un ambiente controlado los aspectos afectivos necesarios para el desarrollo, lo que permite a los psicomotricistas, captar la esencia de esa afectividad y la forma de relacionarse del niño y por lo tanto actuar si muestra conductas o comportamientos desadaptativos.




  Como bien dice el caso, Sandra es una profesora que realiza clases de psicomotricidad a sus alumnos pero, ahora, quiere hacer una sesión diferente para observar como se desenvuelve uno de sus alumnos en concreto, Eric, ya que acaba de tener un hermano.
  Creo que Sandra ha actuado de la forma correcta porque a través de la observación en las sesiones de psicomotricidad podemos llegar a muchas conclusiones interesantes que pueden ser de gran ayuda para el desarrollo del niño/a al que se observa. Con las diferentes actividades que realice Sandra podrá analizar la conducta que tiene Eric respecto a los materiales con los que se va a trabajar y sobre todo, respecto a sus compañeros. Me refiero sobre todo a sus compañeros porque para un niño de la edad de Eric no es fácil asumir la llegada de un nuevo hermano a la família, siempre suelen llamar de alguna forma la atención de sus padres porque, a causa de los celos, sólo los quieren para ellos. Por lo tanto, pueden actuar de una forma agresiva o diferente frente a sus compañeros queriendo llamar la atención de la profesora como lo hace en casa con sus padres.
  En conclusión, en cada sesión de psicomotricidad los niños exploran libremente el tipo de movimiento que les resulte más acorde con su vivencia personal. Esto le servirá de gran ayuda a Sandra para observar la conducta de Eric y, a través de sus conocimientos, podrá detectar si a causa del nacimiento de su nuevo hermano, el niño se comporta de diferente forma. En el caso de que sea así, la profesora deberá informar a los padres y entre los tres buscar la mejor solución posible para la conducta de Eric.

divendres, 16 de novembre del 2012

La sesión de psicomotricidad.

  La práctica psicomotriz aucouturier apunta al desarrollo psíquico del niño por la via corporal, hace referencia a una concepción unitaria de la persona. Esta práctica es una invitación a comprender lo que expresa el niño/a de su mundo interno por la via motriz; es una invitación a dar sentido a sus acciones e interacciones.
    
  En psicomotricidad se trabajan de una forma ajustada a las capacidades del niño las posibilidades de coordinación de su cuerpo: saltar, caer, equilibrios-desequilibrios, correr, trepar, girar, etc., con la intención de mejorar sus capacidades motrices y su autoestima.
    
  La psicomotricidad se articula a través del juego libre y mientras jugamos, con el movimiento y las emociones de placer-displacer que se viven en el espacio o en la relación con los otros niños, consigo mismo o con el adulto, surgen en un ambiente controlado los aspectos afectivos necesarios para el desarrollo, lo que permite a los psicomotricistas, captar la esencia de esa afectividad y la forma de relacionarse del niño y por lo tanto actuar si muestra conductas o comportamientos desadaptativos.






 

  Como bien dice el caso, Sandra es una profesora que realiza clases de psicomotricidad a sus alumnos pero, ahora, quiere hacer una sesión diferente para observar como se desenvuelve uno de sus alumnos en concreto, Eric, ya que acaba de tener un hermano.

  Creo que Sandra ha actuado de la forma correcta porque a través de la observación en las sesiones de psicomotricidad podemos llegar a muchas conclusiones interesantes que pueden ser de gran ayuda para el desarrollo del niño/a al que se observa. Con las diferentes actividades que realice Sandra podrá analizar la conducta que tiene Eric respecto a los materiales con los que se va a trabajar y sobre todo, respecto a sus compañeros. Me refiero sobre todo a sus compañeros porque para un niño de la edad de Eric no es fácil asumir la llegada de un nuevo hermano a la família, siempre suelen llamar de alguna forma la atención de sus padres porque, a causa de los celos, sólo los quieren para ellos. Por lo tanto, pueden actuar de una forma agresiva o diferente frente a sus compañeros queriendo llamar la atención de la profesora como lo hace en casa con sus padres.

  En conclusión, en cada sesión de psicomotricidad los niños exploran libremente el tipo de movimiento que les resulte más acorde con su vivencia personal. Esto le servirá de gran ayuda a Sandra para observar la conducta de Eric y, a través de sus conocimientos, podrá detectar si a causa del nacimiento de su nuevo hermano, el niño se comporta de diferente forma. En el caso de que sea así, la profesora deberá informar a los padres y entre los tres buscar la mejor solución posible para la conducta de Eric.












diumenge, 28 d’octubre del 2012

El caso de Marta

Marta es una niña de la clase de P1. Todavía no sabe hablar, pero está claro que le encanta ir a la escuela infantil y que se alegra cuando ve a Laura, la mestra. Un día, la madre de Marta le pregunta a Laura que si puede hablar con ella porque está muy preocupada con la conducta de la niña: le preocupa que Marta no pare de abrir cajones en casa y de tirar todo lo que hay dentro, y que, por mucho que ella le diga que eso no se hace, la riña o la castigue, ella siga haciéndolo. Laura le explica a la madre de Marta que es una conducta normal a la edad de la niña y no le da más importancia.
¿Estás de acuerdo en como ha actuado Laura? ¿Como actuarías?

Desde mi punto de vista, considero que Laura no ha actuado bien. Por una parte creo que tiene razón al decirle a la madre de Marta que es una conducta normal, ya que a esa edad los niños son muy curiosos y tienen la necesidad de explorar todo lo que les rodea pero, por otra parte, creo que con decir eso no es suficiente. Laura, como maestra en una escuela infantil,  ha de ayudar a los padres de sus alumnos/as en situaciones como esta y ofrecerles una solución más concreta.

Una de las soluciones que le hubiese propuesto a la madre de Marta si yo fuese Laura, es que dejara explorar a la niña ya que, como hemos leído, si la riñe o la castiga Marta lo seguirá haciendo. Con esta respuesta de la niña estamos observando que el castigo no es la solución para resolver las cosas y menos tratándose de niños porque lo único que conseguiremos será que esta conduca se vuelva a repetir con más frecuencia. Bajo mi punto de vista, la solución a este comportamiento sería que, cuando la niña terminase de tirar y de inspeccionar todo lo que hay dentro de los cajones, la madre le ayudase a recogerlas y crease este hábito en Marta; que le hiciese ver que recoger lo que nosotros mismos tiramos no es un castigo sino que depende de como lo hagamos, puede resultar hasta divertido.

Seguramente, para Marta esto será difícil de entender las primeras veces pero, a medida que lo vaya poniendo en práctica se irá acostumbrando y lo verá como algo normal en su día a día.